sábado, 28 de julio de 2012

DE APURO


Estaba el cielo ñublao
como amagando pa’ mucho
cuando a lo lejos escucho
un cencerro alborotao;
poniendo óido con cuidao
en el rumbo del sonido,
con atención de’ntendido
diviso, dejando el bajo,
la tropiya que al badajo
lo trái como a preso juido.

Como si arriba peliaran
las nubes a cara cruz,
con largas dagas de luz
se atropeyan y separan,
y como si se cortaran
y empezaran a sangrar
dentran unas gota’a cáir
que al reventar contra el piso
marcan redondo, el aviso
de lo que’stá por yegar.

Y cuando ya el aguacero
con juerza se descolgaba
el “¡Ave María!” gritaba
con apuro, el forastero;
el tiempo -por demás fiero-
denuncia viento y granizo,
y al darle el “si”, con mi aviso
se apea bajo el aromo
y al punto, el recao del lomo
le saca a un “moro cenizo”.

Y demientras que me cuenta
que va’a una estancia del sú,
el mal tiempo, en plenitú
la granizada revienta;
dando el anca a la tormenta
la tropiya busca amparo
entre un talar, que’s reparo
y algunos golpes le ataja,
que contra el techo de paja
suenan a fofos disparo’.

Es corta la granizada.
Dispués es yuvia tupida
que la tierra agradecida,
recibe con se’ atrasada.
Entre’l mate y la pitada
se desgrana una noticia,
y unque nunca es avaricia
el comer, pa’ un vivir sano,
hay una paleta a mano
…y un carlón que cuasi envicia!

Dice’l hombre que lo apura
el yegar a su destino
y yendo al rumbo, al camino
no equivocarlo procura;
si amaina, es cosa segura
que al clariar, gana la güeya;
se tiene fé en su epopeya
y se sabe con aliento.
Aura’juera taya el viento
y despunta alguna estreya.
                                               (17/02/1996)

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