miércoles, 25 de octubre de 2023

LES VIÁ CONTAR

 Escampa; se limpia el cielo;

el sol amaga un derroche

tendiendo un manto a la noche

que cobijó mi desvelo.

Un hornerito en su güelo

corteja a la compañera.

Tiendo la mirada’juera

como pa’ ver más mejor

y veo en el campo un color

que despunta a primavera.

 

Me corro bajo el alero,

miro el burro y el recao

que al reparito han estao

mientras tayó el aguacero;

me asomo pa’l lao trasero

ande se ve la cañada

con la briyantez platiada

del agua de por si mucha,

y el parloteo se’scucha

de las aves en bandada.

 

Dos o tres garcitas moras

pasan por arriba’el rancho

y del gran tala, un carancho,

alza güelo sin demora.

Veo moverse las totoras

y es que áhi anda la tropiya,

viene costiando la oriya

de la cañada qu’he dicho

pa’l albardón de los bichos

que puebla el cardo castiya.

 

Pronto espero, ensiyaré

como lo hice dende chico,

pero aurita bien me’splico

que barata la saqué;

el pingo rodó y se jue

pa’l cielo de los cabayos,

yo… almariao, hice un ensayo

de pararme y jue fierazo:

estaba quebrao el brazo

y del dolor me desmayo.

 

¿Cuánto tiempo quedé ansí…?

No lo supe ni sabré,

y en cuanto me disperté

con la faja me asistí,

al brazo lo alcé y salí

y al trecho de caminar,

en complicao avanzar

con dificultá creciente

me vio el puestero de’nfrente

¡y aura lo puedo contar!

                           La Plata, 25/Octubre/2023

 Versos de Carlos Raúl Risso

jueves, 12 de octubre de 2023

LA DAGA ESCONDIDA



 Mi padre era chicuelón

ayá por los años treinta

y ya estaba, saque cuenta,

escondido este facón

en el alero gauchón

ande se cruzan dos chapa’,

casa en qu’endimás, de yapa,

las armas no eran bien vistas…

Mas nunca tuve una pista

si era de persona guapa.

 

¿Quién lo escondió? No se sabe.

¿Por qué motivo…? Tampoco.

Al tiempo pasao evoco

y malicio un hecho grave.

No es que tal cosa yo alabe,

pero me intriga en verdá

conocer la rialidá

y saber quién lo escondió.

¿Familiar? No creo, no.

¿Un conocido?, quizá.

 

La vaina, del lao de atrás,

tiene un corte de’sprofeso

y está mostrando con eso

una agarradera más;

no era cualquier cachafaz

el que terció en su cintura

daga tal, de’mpuñadura

de antiguo cabo de plata;

si alardiaba su bravata

carculo, no habría flojura.

 

Cincuenta años por lo menos

durmió oculto su destino,

y que va por mi camino

hace otros cuarenta plenos.

Con aceros de los güenos

está su hoja bien templada

y a su vaina descarnada

de senciya y negra suela,

la visitó la gaucha escuela

de Ameghino, de Ensenada.

 

Un cumpa “veinticinqueño”

me torió pa’ que algo escriba

y acá está la historia viva

del ‘fierro’ de que soy dueño,

pero anque aura ponga empeño

ya no encontraré un testigo

pa’clararme lo que digo

de su dueño misterioso

que la verdá a su reposo

se yevó y duerme a su abrigo.

                               (11/10/2023)