martes, 30 de agosto de 2016

UNA FAMILIA CAMPERA

 -relato-

hermanando a "Los Medinas" con "Los Diez Hermanos Rosales"

1
Ya que’l momento se ofierta
con la atención que apreceo
les vi’hacer el relanceo
de una historia que’s muy cierta,
que si mi vida dispierta
hace ya un tiempo muy largo
no le hago a la vida un cargo
si no yegué a capataz.
Endimientras… cuanti más
vaya ensiyando otro amargo.
2
Y ya que entonces estoy
ante tantos comensales
digo: ¡Juan Claro Rosales,
un servidor!, ese soy;
y anque de la vida voy
pegando la güelta’gata
ante una atitú insensata
deseguro masco el freno
“que habrán de pitar del güeno
pa’ pisarme la’lpargata”.
3
Ansina solía insistir
el Jacinto, un tío resero,
hombre baquiano y campero
siempre dispuesto a partir.
Y viene al punto decir
-anque’l ricuerdo taladre-
que’ra hermano de mi padre
de nombre Don Antenor
crioyo alvertido y ¡cantor!
y un Rosales ande cuadre.
4
Y como al “tata” he nombrao,
patrona de su cocina
era Doña Juana Urbina,
de la que’l nombre he’redao.
De un pago medio alejao
-como juyendo y con pena-
cayeron a Madalena
y la costa del “Zapata”
le’mpriestó una loma grata
y el tiempo, una dicha plena.
5
De las crías de’se casal
yo emprencipio la familia,
endispués continúa Emilia,
siguen Ángel y Marcial,
poniendo punto final
el menor, que’s Ataliva,
pero reservo saliva
y corto la rilación
que ya haberá otra ucasión
que a mis hermanos describa.
6
Mas, siguiendo por mi senda
crucé pagos a montones
porque pa’ ricos patrones
yo jui comprador de hacienda,
hasta que topé la prienda
que a su mirar me amadrina,
eya es Yolanda Medina
y de Chascomús la truje
y aún me dice con su empuje
que la vida no termina.
7
Veneranda Altamirano
y Don Crisantos Medina
jueron los tata ‘e mi china,
¡tronco por demás paisano!;
del hombre traté a un hermano,
el mayor, un tal Cerilo,
jue por Dolores, cabilo…
andaba de’squilador
y por vicio, al alfajor
yevaba con mucho filo…!
8
Eran mis años pocones
cuando mi tío Tadeo
me yevó ‘e pión di’un arreo
que diba pa’ Patagones,
y jue’n aqueyas cuestiones
-anque sea difícil creer-
de que vine a conocer
a unos reseros muy güenos:
Zoilo, Ulogio y Azuceno,
¡los tres tíos de mi mujer!
9
Corrió el tiempo y quién diría
¡echó señora Rosales!,
jue’n las Fiestas Patronales
de Julio, Santa María;
tantísima gente había
pa’ celebrar la junción,
y en el baile del galpón
que’staba cerca ‘e la plaza
topé la prienda crioyaza
que me ganó el corazón.
10
Eya andaba de paseo
-por las fiestas, casualmente-
en la casa de un pariente
que se apeyidaba Esqueo;
y endispués de algún tanteo
carculando el encontrón
acetó mi invitación
y al seguir del baile’l paso,
sentí en ese medio abrazo
beyaquiar el corazón.
11
Ande la orquesta dio tregua
le apalabré una visita
pero… ¡mi madre bendita
si tragué legua tras legua!
Aprendió el rumbo la yegua
y ayá diba la tropiya
por el barro o la gramiya
puntiando pa’ Chascomús
(…que nunca pesa la cruz
si hay un beso pa’ presiya!).
 12
Como lo que’mpieza acaba,
siéndole al trabajo fiel,
cái que Don Pablo Espinel
en su estancia me conchaba.
Y áhi nomás risuelto estaba
lo que había que decidir
pues casao me jui a vivir
cerca del casco ‘e la estancia
olvidando la distancia
de tanto dir y venir.
13
Y entonces cambia el sentido
de mi vida trajinada,
que con la mujer amada
el rancho más pobre es nido,
y hasta el trabajo esigido
se güelve más yevador,
que’n campos de “El Mirador”
-hoy ya distante colijo-
al yegar el primer hijo
sentí la dicha mayor.
14
En total y seguidones
vinieron media docena:
dos niñas, a cual más güena,
y el resto, cuatro varones.
Y entrando en esplicaciones
pa’l rilato, de rigor,
nuembro a Mariano, el mayor
-dende muy chico resero-
y anque pinta pa’ soltero
es bailarín y cantor.
15
El segundo es Desiderio,
un paisano alto y nervudo
sereno -por corajudo-
hasta en el trance más serio;
hombre de mucho criterio,
parejo como campero,
ya de hace mucho es carrero
que durmientes a granel
yeva a una punta de riel
ayá en un pago surero.
16
Endispués sigue Dionicio
que’s morrudo y retacón
y le suebra condición
pa’ soguero, que’s su oficio;
en las trenzas tuvo inicio
con mi viejo tío Balbino
una ucasión que aquel vino
y pasó un tiempito en casa,
y pa’ cencia tan crioyaza
¡mejor máistro no imagino!
 17
En el orden del rilato
le toca el turno a Santiago,
pa’l cabayo, brujo o mago
a juzgarlo por el trato;
por tal cuestión hace rato
que’s mentao el nombre d’él
y aura anda por “San Miguel”
entablando la tropiya
que habrá de ser de la siya
del patrón, Blas Esquivel.
18
Pa’ culminar la mención
las muchachas me quedaron
(esas que al rancho adornaron
con encanto de malvón);
cada una tuvo su unión
dichosa cual cascabel,
y aún ricuerdo el tiempo aquel
en que la mayor, María,
supo casoriarse un día
con el crioyo Omar Menviel.
 19
Pasao un tiempo, dispués,
ese mesmo rumbo inicia
la hija menor, Alicia,
que aura cayó en la viudez;
un campero sin revés
jue’l que me pidió el permiso,
hombre medido y conciso
pa’ la opinión más veraz
que supo ser capataz
por Barracas: Pedro Risso.
20
Ansí pues, sin maraviya
ni fantástico rilato
he pintao, hablando un rato
a tuita gente senciya
que’s como mejor se oriya
una vida verdadera,
que’n el pago cualisquiera
en que le toque caer
siempre se hace bien valer
¡¡ una familia campera !! 
                                   (17/01/1989)


                                                                                                          

LA TROPIYA

1
Es chicuela la tropiya
que’ntablé con sacrificio
porque’unque pobre, es mi vicio
tener de la propia siya,
pues le garante al que’nsiya
conocer la condición
de cada pingo. Y al son
del cencerro’e la madrina
¡se me hace que la Argentina
viá recorrer de un tirón!
2
Que si en El Tigre he nacido
y he andao mucho sin trompiezo,
de tanto en tanto regreso
al pago de and’he salido;
pero hace añares que anido
por la vieja Madalena
ande la historia resuena
y yo la evoco en mis cantos,
mientras que’n “Todos los Santos”
mi esistencia se serena.
3
Es la madrina “gatiada”
crioya pura de’sta zona
y ¡ni un jeme! desentona
en cuestión tan delicada;
parece, que de confiada,
ni al cencerro lo priecisa
que’s como si los hechiza
a los pingos que la siguen,
digo más: que la persiguen!
como a’mor que se idealiza.
4
Resulta el “zaino anca mora”
-bonito y de sobrepaso-
ser en la güeya un pingazo
que la distancia no atora;
pues la guapeza le aflora
en la firmeza del pelo:
zaino negro, en el que suelo
lucir las galas mejores
cuando se le rinde honores
al tiempo de mis agüelos.
5
Güen encuentro y linda estampa
tiene’l vistoso “picazo”
que’s pa’ trabajar a lazo
como elegido sin trampa;
y cuando firme en las guampa’
queda hecho cuerda el trenzao,
da rienda buscando el lao
que mejor le facilite
y ansí ha sonao el upite
de más de un bruto emperrao!
6
Mansejón pa’ lo que cuadre
-una muchacha o un chico-
al “testeriya” lo ubico
que ansí suelto es tan compadre;
pero’unque un cuzco lo ladre
y lo quiera garroniar
él va’a cuidar el andar
tranquilón y responsable,
¡pero es de dentrar a sable
si se cuadrase cargar!
7
Con el “oscuro tiznao”,
mano blanca, vaso negro,
de tanto en tanto me alegro
en un tiro acomodao;
hubiese sido tapao
de no ser que’s albo de una,
pero es pa’ mi una fortuna
contar con su atropeyada
cuando en más de una boliada
pude sosegar mi hambruna.
8
Tengo un “oscuro” gauchón
aguerrido en el rodeo
que’s pa’ dar rienda -yo creo-
como viraje’e ratón;
a más de’sa condición
que lo pinta en forma franca,
resulta que’s taba blanca
mancha curiosa pa’l caso,
lo cierto que mi pingazo
siempre trái la suerte’n anca’.
9
Como en una atardecida
con sol entre nubarrones,
entre los cinco “crespones”
un lunar tiene cavida:
y en el contraste que anida
viendo al “overo rosao”
entre “oscuros” misturao
formando en el mesmo entable,
¡dejen… que mi orguyo hable
en el verso qu’he trenzao!

                                   (7/11/1996)