domingo, 6 de marzo de 2016

¡HIJO'E TIGRE!

Un muchachito chicuelo
-diez o doce años, no más-
por gauchito y por capaz
va a visitar a su agüelo;
ensiya, de zaino pelo,
un petizón de mi flor
-con recadito cantor
senciyito y sin alarde-,
que como diciendo “Es tarde”
tasca el freno, tranquiador.

Sobre’l zaino bien sentao
pa’ lucir mejor la facha,
se acomoda la bombacha
que usa de puño abrochao;
un pañuelito azulao
añudao, de punta corta,
en el cueyo se recorta
sobre la blanca camisa,
la que a las claras precisa
que a su madrecita importa.

Poniendo un toque de hombría
se descabeza en la faja,
un verijerito, “¡alhaja!”
que anda con él, todo el día;
y si su cara -diría-
se agranda en el serio gesto
queda’l pronto descompuesto
pues alegre balancea
la borla gris, que voltea
de la boina que se ha puesto.

Y ya’garra por la caye
que yaman de “La Cañada”
mientras que al recao colgada
la maleta, es un detaye
(de seguro adentro se haye
un presente pa’ ofrecer).
Si hasta me malicio creer
que al verlo yegar, de lejos
“-¡Hijo’e tigre -dice’l viejo-
overo tenía que ser!”
                               (13/05/1994)


Carlos Raúl Risso E.-