viernes, 20 de julio de 2012

AL HORNERO

Tirar un nido de hornero
es romper el sacrificio
de’se constructor de oficio
que’s solo un humilde obrero.
Elije el lugar, primero;
a su tiempo el barro escoje…
en el pico lo recoje,
luego lo lleva volando,
y paciente va formando
un ranchito que lo aloje.

Su canto no es melodioso.
No tiene un trinar pulido.
Ni tampoco su vestido
es de un plumaje brilloso.
Pero canta de alborozo
cuando nace la mañana,
o cuando la tarde ufana
se pierde en el horizonte,
la saluda desde el monte
con manera campechana.

Cuando su istinto ha’dvertido
que hay algún peligro cerca,
su canto, es clarín de alerta
avisando el sucedido.
Mostrándose precavido
bien visible se mantiene,
hinchado el pecho sostiene
(mezcla de canto y coraje),
aleteando entre el ramaje
donde el peligro previene.

Si cerca del rancho anida
de algún tranquilo paisano,
ya’ndará desde temprano
haciendo su recorrida;
le dará la bienvenida
al sol que baña el cardal;
luego irá para el corral
entre saltito y volido…
por todo te han distinguido:
¡el pájaro nacional!
                                          (20/04/1972)

(Grabado como milonga, por Alberto Durán, en su trabajo “De Madrugada”, de 1992)

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