miércoles, 17 de marzo de 2010

ENCANTO

Si nunca pude ocultarlo
tampoco lo’culto ahora
porque’s pa’ mi como aurora
que va’l día a bautizarlo;
es que’se rostro, al mirarlo
más me’mbriaga y asujeta,
con la melena coqueta,
oscura, larga, sedosa
y esos ojazo’en que posa
el cielo, una luz inquieta.

Sin que ni un defeto le haye
dende’l tustuz hasta el anca
su vida se desbarranca
en armonioso detaye;
es unco, cimbriante’l taye
con paso de gama tierna,
y anque la falda, las pierna’,
como un tesoro le oculta,
esa es yunta que resulta
flor de primavera eterna.

Se me hacen cielo sus ojos...
por áhi... monte verdecido,
y el pestañar, al sentido
de vivir, le crece antojos;
ni que hablar de’sos sonrojos
ni esos gestos de alegría.
Pensar, que te supe mía
de mucho antes de mi canto,
dende’l virginal encanto
de’se tu nombre, María.
                                  (10/02/1998)

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