A Nicolás Miglione,
por su paisano
trato
Resuena el grito de ¡lata!,
sobre’l canto’e las tijera’
mientra’en lienzos de arpiyera
la esquila, prolija se ata;
el patrón cuida su plata
y la comparsa se’smera.
En la bombacha pobrona
y en la camisa surcida
la grasitú desprendida
hecha crosta, se amontona.
Más de un balido se’ntona
y es ¡lata!, voz repetida.
¡Oveja! es grito apurao
pues no hay tiempo que perder,
y el “médico”, suele ser
ridepente reclamao
cuando el cuero se ha tajiao
y la sangre se hace ver.
Unos anuncian ¡oveja!,
otros, su lata reclaman,
que los que esquilan, se afanan,
el lomo a lo comadreja
arquiao, y sin ni una queja!
su mucha cencia desgranan.
Al fin, dejando el playón
pa’ dir dentrando al potrero,
con balidos lastimeros
van las oveja’en montón,
algunas… con el manchón
que señala un tajo al cuero.
Mientras la tijera avanza
carcula el esquilador
por cada lata, el valor
y retempla la esperanza
que’n
su rancho hay varias panza'
y si esquila más, mejor!
Y
áhi mesmo, el patrón
contento,
oserva, viendo el veyón
los lienzos que’n el galpón
se habrán de’stibar de intento
hasta que yegue’l momento
de negociar el montón.
Un ¡lata!, lo saca’l punto
de pensamiento tamaño
que
no hay que yamarse a engaño
hasta concluir el asunto
cuando esquilao el conjunto
quede sin lana, el rebaño.
En Gardey pudo haber sido;
pudo haber sido en Chiyar
o… en Madalena, el lugar
ande’l relato ha ocurrido.
¡Vieja
esquila, no te has ido!
¡Mi verso te hace un lugar!
(6/08/1997)
Carlos Raúl Risso
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