viernes, 22 de mayo de 2015

ESPERENCIA

“Hay que seguir pa’delante
-murmuró Sisto Contrera-
que la mano venga fiera
no va’meyarme’l aguante;
no hay cáido que no levante
ni airoso que no se caiga
como que’s difícil que haiga
un lazo que no se corte
¡ni razón que más me importe
que la que al suelo me arraiga!

Que como crioyo he nacido
y he pisao la tierra en pata,
de adentro se me desata
hecho canto, un alarido;
me siento al suelo priendido
muy propiamente enraizao,
orguyoso del pasao
qu’heredé de mis mayores
y educao en los valores
que hacen a un hombre templao”.

Pasó la mano al sombrero
como revisando el ala,
y la requintó con gala
en un gesto muy campero,
sacó un negro, y el yesquero
al pronto, apuró la brasa,
dio una pitada machaza
y se acarició el bigote,
abrió los ojos grandote’
y sentenció, por su raza:

 “Hoy, argentino es cualquiera
pero no cualquiera es crioyo,
(que no ha de ser cualquier poyo
gayó, pa’ndar en gayera),
hoy se innora la bandera
cuasi… ni caso se le hace,
ya no es Patria, ande se nace
-¡si cualquier lao da lo mismo!-,
y escasea el patriotismo
porque ya no hay quien lo abrace.

Los heroe’ durmiendo están,
y naide a espiarlo’se asoma
y naide’l ejemplo toma
por lo que dieron y dan.
A mí no me quebrarán
estos tiempos confundidos,
tengo alerta los sentidos
pa’ rumbiar en la tormenta
¡que si el lazo se revienta
lo ingeriré sin cumplidos!”

Tiró a las brasas el pucho
con la última pitada,
tendió lejos la mirada
y se guardó algún cartucho…
(porque’l que ha vivido mucho
de fijo aprendió a guardar).
Dentra el silencio a tayar
mientras contemplo a Don Sisto
y pienso: ¡Me alumbre Cristo
la güeya que debo andar!
                                    (11/03/1997)

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