domingo, 16 de febrero de 2014

FOGONEANDO

Cuando yega la oración
anunciando el fin del día
cobra el monte algarabía
de pájaros en montón.
Mientras trinan su canción,
en la cocina, los piones,
novedades a montones
-resabios de su labor-
del fogón en derredor
comentan las situaciones.

Va recorriendo las manos
el mate que’ntona el pecho
y que deja satisfecho
el garguero’e los paisanos;
también de un chifle, baquianos
le hacen el gasto a la caña,
mientras un crioyo se amaña
pa’ sacarle a un encordao
un estilo, que’nancao
va a la voz que lo acompaña.

Dispués del estilo: un gato,
un triste y una milonga
y al asunto lo prolonga
un viejo con un relato.
Cosas que vivió hace rato
-asigún él mesmo esplica-,
historia que se salpica
con brillazón de “luz mala”,
que hondo en el gauchaje cala
y al ansia de saber, pica.

Queda en silencio la rueda
cuando se acaba el relato
hasta que uno muy sensato
su conclusión desenrieda;
pero antes que’l hombre pueda
poner en claro el asunto,
el asador pone’l punto
al decir entusiasmao:
“-¡Muchachos, ya está el asao,
dejen en paz al dijunto!”

La tensión se güelve risa
y hambre pa’ saciar, también,
y al istante tuitos ven
como el asao los hechiza.
Tizones en la ceniza
mantienen el frío alejao,
y ya un pioncito a’tracao
unos pedazos de leña,
que son del fogón la seña
pa’ que’l clima esté templao.

Güeno, de a poco la cosa
s’hizo quietú en el paraje
y sin apuro, el gauchaje
tendió cama y ya reposa.
En un cencerro retoza
la melodía de un barajo…
Hoy hubo yerra a destajo
dende hora muy temprana,
la que seguirá mañana
con diversión y trabajo.

                            (18/06/1977)

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