quizo brindarme su encanto
y supo rumbiarme un tanto
pa’ encontrar mi derrotero;
por eso quiero sincero
dejarte en versos mi estima
y antes de tener encima
la poda de los ricuerdos,
tranquiando unos versos lerdos
aquel ayer hoy se arrima.
Ayá en mil ocho
cuarenta
pisaba firme tu
suelo
mi antiguo
tataragüelo
asigún saco la
cuenta.
Aquel ayer hoy me
alienta
y vos lo sabés,
seguro;
y si al pasao me
misturo
por una ráiz muy
projunda
viene la sangre
que inunda
mi vivir, ¡y
que’s futuro!
Por áhi, junto a
mis agüelos
comencé a querer
el campo
y si hoy en lo
crioyo acampo
es que juiste mi
siñuelo.
Sé que cortón es
mi güelo
como volido ‘e
perdiz,
pero me siento
feliz
ya que haberte
conocido
me hace saber
qu’he nacido
tan crioyo como
el maíz.
Viejo caserón te
guardo
con mucha estima
en mi pecho
¡si hasta noto
que’n acecho
el monte te da
resguardo!
Sé que soy
humilde bardo
p’hacer mentas de
tu historia,
pero honrando tu
memoria
me pongo a
esmerar mi acento
porque mi versiar
no es cuento
y es cierta tu
trayetoria.
La casa de
material...
El rancho asentao
en barro...
El viejo jagüel,
bizarro
en la oriya del
corral;
la palmera
servicial,
aquel curioso
alcanfor,
el arroyo y su
rumor
o los ombúes
dispersos...
¡tendrán palenque
en los versos
de mi destino cantor!
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