jueves, 12 de octubre de 2023

LA DAGA ESCONDIDA



 Mi padre era chicuelón

ayá por los años treinta

y ya estaba, saque cuenta,

escondido este facón

en el alero gauchón

ande se cruzan dos chapa’,

casa en qu’endimás, de yapa,

las armas no eran bien vistas…

Mas nunca tuve una pista

si era de persona guapa.

 

¿Quién lo escondió? No se sabe.

¿Por qué motivo…? Tampoco.

Al tiempo pasao evoco

y malicio un hecho grave.

No es que tal cosa yo alabe,

pero me intriga en verdá

conocer la rialidá

y saber quién lo escondió.

¿Familiar? No creo, no.

¿Un conocido?, quizá.

 

La vaina, del lao de atrás,

tiene un corte de’sprofeso

y está mostrando con eso

una agarradera más;

no era cualquier cachafaz

el que terció en su cintura

daga tal, de’mpuñadura

de antiguo cabo de plata;

si alardiaba su bravata

carculo, no habría flojura.

 

Cincuenta años por lo menos

durmió oculto su destino,

y que va por mi camino

hace otros cuarenta plenos.

Con aceros de los güenos

está su hoja bien templada

y a su vaina descarnada

de senciya y negra suela,

la visitó la gaucha escuela

de Ameghino, de Ensenada.

 

Un cumpa “veinticinqueño”

me torió pa’ que algo escriba

y acá está la historia viva

del ‘fierro’ de que soy dueño,

pero anque aura ponga empeño

ya no encontraré un testigo

pa’clararme lo que digo

de su dueño misterioso

que la verdá a su reposo

se yevó y duerme a su abrigo.

                               (11/10/2023)


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