miércoles, 2 de mayo de 2018

ENDENANTES


Viá ensiyar un decimal
de’sos que cáin a la’guada
y a los que la se’ atrasada
les resulta al fin, fatal;
dispués que lo eche al corral
de mis renglones dispersos
y le quite con ejuerzos
las cosquiyas naturales,
por güeyas y por guadales
saldré a tranquiar con mis versos.
  
Porque cuando rienda den
y no tiemblen ni se’spanten
haré de que se adelanten
buscando se’ntablen bien;
no será en un santiamén
porque payador no soy,
pero con pacencia estoy
muy confiao en que podré
(anque ya no tengan se’),
dir con eyos pa’nde voy.
  
Porque voy, por esa güeya
que cuasi tapa el olvido,
tiempos de’se hombre curtido
que del ayer atropeya:
gaucho de la historia aqueya
de la vieja estancia crioya,
cuando el pingo era una joya
más preciada que los riales
¡si lidiando entre animales
su vida se desarroya!

Tiempo en el que la moneda
tenía su espresión mejor
salpicando un tirador
como si nada suceda;
¿comprar?, ¿vender?... esa rueda
no hacía girar aquel hombre,
y anque hoy a muchos asombre
más de un suceso confirma
que su palabra era firma
anque no escribiera el nombre.

Me lo han tildao de haragán,
de desganao y de ocioso,
pero pa’ mi, de vicioso
ansí opinó más de un truhán;
suele ser que’l charlatán
gana un lugar de opinión
sin hacer composición
de tiempo y aquel lugar,
afanoso por copiar
de otra cevelización.

Aquel andar de a cabayo
bajo el cielo, noche y día
entre’sa hacienda bravía
…no era cosechar zapayo!
Aquel tiempo que detayo
con campos como una mar
ande pa’ poder poblar
¡había que ser muy baquiano!
y además de tener mano:
“saberse desempeñar”.

Sin ranchos ni poblaciones,
sin carros y sin carreta,
tan solo la brasa inquieta
siempre viva en los fogones.
¡Qué temple! ¡Qué condiciones!
había que tener seguro,
pues siempre estaba el apuro
cruel, de alguna desbandada,
o la sorpresa’e la indiada
con el malón por conjuro.

¿Qué estranjis capaz habría
pa’ tremenda corajiada?
Yo opino, que’n la voltiada
tan solo alguno cairía?
¿Haragán que no tenía
apego por el trabajo?
cuando eso escucho, ¡barajo!
se me añuda el triperío,
¡si jué su ímpetu bravío
el que al fin, progreso trajo!


No quiso ser zanjiador
ni nunca lo atrajo el surco
y no anduvo como el turco
mercachifle vendedor;
él demostró su valor
en rigurosa jornada
o en impensable tropiada
sin permitirse un desmayo…
siempre, eso sí ¡de a cabayo!
y con tropiya entablada.

Como sé bien lo que quiero
y pa’nde voy tengo claro:
¡mi rima es techo y amparo
pa’quel hombre tan campero!
Y saliendo pa’l potrero
con el verso sancochao,
si a lo gaucho l’he cantao
seguro, firme, costante,
será qu’heredé endenantes
no vivir acobardao.

¡Gran siete… me relinchó!
¡Me conoce… me risponde!
No dá el anca ni se’sconde
bien de frente se mostró.
Lo embozalo… ¡ni mosquió!
y ya lo dentro a ensiyar,
y al momento de’stribar
cuando el peso solivianto,
pienso pa’ mí: -¡Listo el canto,
aura… que salga a tranquiar!
                                          (18/06/1998)
Versos de Carlos Raúl Risso







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