miércoles, 7 de septiembre de 2016

CINA CINA

Centinela de guardia en la barranca;
sostén del nido de un paisano hornero.
Hoy te improviso un canto a lo campero
que de mi entraña mesmamente arranca.
Tu humildá, cina-cina, pura y franca,
mira pasar las aguas del arroyo
dende la altura en que tenés apoyo,
y aunque vivís sujeta a una querencia,
no hacés con el arroyo diferencia
porque sos fiel a tu paisaje crioyo.

Tus hojas son delgadas esperanzas
como los tientos de una lonja fina,
senciyés, que paisana se ilumina
con las florcitas que te nacen mansas:
son rubionas… con soles de añoranzas…
una gota de sangre les da vida,
y haciendo tu esistencia compartida
cuelgan racimos de pequeñas chauchas,
teniendo pa’ defensa, ¡planta gaucha!,
un montón de espinitas alvertidas.

Cina-Cina pobrona de ramaje
desparramao y con la sombra escasa,
durante el día un tibio sol, te abraza,
y en la noche, la luna es tu ropaje.
Puede que un viento a veces te desgaje
más no te vence una prepiada ansina.
¡Sos curtida, mi crioya cina-cina!
¡Sos senciyés dende la ráiz al cielo!
Por eso siento orguyo, yo, tu suelo,
porque somos los dos, de la Argentina!

                                                        (28/06/1981)

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