domingo, 23 de junio de 2013

CON EL SILBO DEL REGRESO

Voy escuchando el silencio
al dir cruzando en la noche
y arriba, como un derroche
de estreyeríos, presencio.
Tiemplo un silbido y me agencio
de un muy campero compuesto
y mientras tranquea dispuesto
y escarciando mi matucho,
lagrimea la brasa’el pucho
y el cencerro pone’l resto.

Puntea airosa la “lobuna”
que va enseñando el camino
sabedora del destino
que yevamos por fortuna;
con complicidá la luna
guiña de atrás de una nube,
y al tiempo que me’ntretuve
echando un vistazo al cielo,
chista una lechuza en güelo
y un ¡cruz mandinga! me sube.

Dos “moritos”, dos “overos”,
dos “picazos”, y un “gatiao”
-yunta del que voy montao-
van tranquiando compañeros;
es que andando entre reseros
hay que’nsiyar superior,
y yo entablé con sudor
y con pacencia, los pingos
que son sin hacer distingos
cada uno ¡de lo mejor!

Hasta el rancho la distancia
en verdá es bastante larga
pero mi pecho se’mbarga
y el yegar aumenta mi ansia.
Unos pesos de ganancia
yevo de los viajes que hice;
mi paso espanta unos cuices
y yo silbo pa’acortar
el momento de abrazar
mi mujer y los gurises.
                                    (3/09/1982)

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