martes, 19 de marzo de 2013

ENTRE DOS LUCES


Anda un cencerro amadrinando sombras
preanunciando el entable’e las estreyas,
y ayá a lo lejos, por transidas güeyas,
la puesta’el alazán, al campo asombra.

Hay un chorriar de rosas que cuartea
hasta más no poder, la luz del día;
y en ese no afluejar en que porfía
se hace’l sol brasa’e pucho y parpadea.

Un alborozo’e teros lo saluda
mientras dejan su guardia a los chajases
y por la acacia en flor, dos mangangases,
acunan el sumbido de la duda.

Tercia un griyo su trova de rodajas
ese antiguo arrastrar de nazarenas,
y una chicharra oculta, cuasi apenas,
responsa una calor que jué a barajas.

¿Qué’stuvo el día pesao… no hay duda alguna!
lo dicen en silencio los malvones,
y mi patrona en agua de ilusiones,
le vertie el anticipo de la luna.

Pa’nde la vista el horizonte alcanza
lo que’ra el monte ralo de las talas,
es un bulto emponchao de oscuras galas
tendido sobre un campo que descansa.

Hay un relincho corto del nochero
que acoyara un yamao… con una queja,
porque tañe’l cencerro que se aleja
con la tropiya’l fondo del potrero.
  
Y en ese estarse’l día entre dos luces
-que’s un rumbiar de fijo hacia la noche-
ya se asoma la luna y es un broche:
su humilde claridá entre dos ombuses.

Mientras le busco el fresco a la jornada
lindamente sentao bajo el alero,
hayo en el cimarrón, un aparcero,
descansando en el campo la mirada.
                                            (18/09/1984)

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