miércoles, 16 de junio de 2010

EL SURERO

Lo vide ni bien clarió
dir al tranquito pa’l campo,
como reflejo de un lampo
que a lo lejos centeyó.
Lindo el paisano ensiyó
en un bayito amariyo
riciensito de colmiyo
y por crioyo lo detayo:
¡ arregladito el cabayo
con lujos de hombre senciyo !

Una nube l’hizo marco
ni bien yegó a la tranquera
y una mirada señera
perdió a lo lejos, muy parco;
medio achinao, lo remarco,
con sombrero de ancha ala
requintao con mucha gala
y un barbijo bien calzao,
negro el bigote tuzao
y pitando al viento un chala.

De corralera cortona
con el pañuelo a la espalda,
una daga lo respalda
anque no lo envalentona;
una rastra le abotona
un tirador con monedas,
y el talero, que arremeda
en la mano, diestra lanza,
en la rodiya descansa
con la lonja como seda.

En la grupa del recao
y cubriéndole la pierna,
luce como prenda eterna
un poncho medio listao;
una potrera ha’somao
entre basto y cojiniyo,
y un sobrepuesto senciyo
pone una nota especial,
junto a un lazo, que’n el pial
puerta’juera, es el caudiyo.

En el estribo surero
-un gran redondel de luna-
la punta del pie se acuna
con la espuela ‘e sonajero,
luce’l pigüelo altanero
de ocho púas, su corona;
el arco al talón la entrona
la bota de potro atando,
la que a su vez va cinchando
una bombacha angostona.

Al tuse de cogotiyo
le hace una mueca el penacho,
y cierto aire vivaracho
le da’l bayito amariyo;
en la boca es un aniyo
el bocao hecho de cuero;
al redomón con esmero
lo galopa el domador...
...Yo uso mi amago mejor
pa’ saludarlo: ¡ Al Surero !
21/01/1976)

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