Me siento como abombao
moquiando
y tosiendo mucho
y
el habla es como un serrucho
que
suena descompasao;
los
ojos medio pegao
y
yorosos por demás,
la
osamenta pesa más
que
los días anteriores
y
en la boca hay sinsabores
como
un amargor tenaz.
Hay
un desgano tupido
que
me invita a no hacer nada;
y
la mazeta, olvidada,
sobre’l
tronco se ha dormido.
El
catre me hace un ‘convido’
como
diciéndome: ‘echate!’.
La
vida me hace un destrate
maltratando
el cuerpo mío
y
me agarra un sudor frío
que
por completo me abate.
La
otra güelta, Ña Carmela
-médica
de curas muchas-,
me
dijo: “M’hijito, escucha:
tomate un té de canela,
calientito que te pela
la primer taza en ayunas,
la que sigue por la una,
la última’l recostarte,
y verás que al levantarte
tu mal, un tanto se’sfuma”.
Haberé
de hacerle caso
a
tan mentada señora.
Iré
a la Esquina ‘e Nicora
por
la canela, y de paso
podré
gargariar un vaso
de
caña, que me hará bien.
Es
un ejuerzo también
pero
tiene su virtú
que
andando mal de salú
vale
buscarse un sostén.
(10/05/2024)
Versos
de Carlos
Raúl Risso