A
José Mayo (P.e.P.e.) Cipolla
zamarriando aromos, sacudiendo
acacias,
hamacando talas… ¡Si a las
cina-cinas
hasta el mesmo suelo, por áhi,
las agacha!
¡Prepotente, el taura soplador
sin asco!
¡Mandón sin recules, pa’ cumplir
su gusto!
Si de puro macho, nomás, de un
soplido
en los bañao’ tumba las mata de
junco.
Hoy de tardecita, al golver pa’l
rancho,
comenzaba a’lzarse de su nido
oculto
y arriando unas nubes blancuzcas
que había,
dejó el cielo limpio, que a poco,
jue oscuro.
¡Malaya, po’el pobre que hoy
tienda en el raso
las matras y el basto pa’mansar
un sueño!
¡Si ni en un bendito hayarán riparo
los crioyos que deban tender bajo
el cielo!
¡Gran siete! ¡Barajo, que’s
taimao el viento!
Vi a los pastos puna tenderse en
la tierra,
doblarse vencidos ante su
prepiada
como quien se postra pa’ pedir
clemencia.
Pero son ansina, de puro sufridos
estos pastos puna de’stos campos
pobres,
y en cuantito acabe su soplo el
Pampero,
dispacio, sin ruido… se levantan
nobles.
Son como esos pobres que aguantan
a veces
injusticias varias, pa’ ganar sus
riales,
bajando los ojos, cerrando las
manos,
pa’ que ayá en su nido no se gane
l’hambre.
Y güeno… ¡que diantres! Yo
adentro del rancho
tengo mi riparo, mi fogón, mis
cueros,
y anque vivo solo… no criban mis
carnes
las chuzas filosas que enarbola
el viento.
Ya la noche taya con sombra en
las sombras
y aquí al lao del fuego de mi
fogón crioyo
me tiendo en el catre, con matras
me cubro,
mientras topa el viento, mi
rancho, a lo toro.
Que siga ese maula con su
prepotencia
gastando sus juerzas, cansando su
empuje,
que elegí yo mesmo cumbrera y
horcones
porque hacerlo juerte ¡muy
juerte! dispuse.
¡Pobre las cachirlas, pobres los
chingolos,
los jilgueros, mistos, torcazas y
horneros!
Es cierto que’s sabia la madre
natura
pero igual es cierto que la pasan
fiero.
Ya está y no hay rimedio. Que
siga silbando
solitario el viento su pesar
antiguo,
que no hay mal pa’ siempre pues
tuito se acaba,
y este viento taura… ¡ya será
suspiro!
(2/05/1981)
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