Ah Vasco, que decisión
la que tomaste aquel día!
Demuestra tu valentía
y también tu tozudez:
¡mirá que adentrarse, pues,
al sur de’sta tierra mía!
Dicen que de’so han pasao
los años de muchas vidas,
y que las gentes sufridas
que al Vasco lo
acompañaban,
eran crioyos que ya andaban
de soldao, en las partidas.
Los más, marchaban al “dos”,
-pocos gastaban cabayo-
y sobre un dato me esplayo
porque’s justo que lo mente:
diba el campo, entre su
gente,
repartiendo sin desmayo.
Es que a estar en su opinión
la tierra no tenía marca,
y lo que a su paso abarca
-que’s mucho y de lo mejor-
en nombre de su “señor”
con pacencia lo demarca.
Ansina, cuentan yegó
a las costas de la mar;
dispués debió regresar
pa’ una ciudá muy galana;
y como “Vaye ‘e Santa
Ana”
dentró este “pago” a sonar.
Nunca más golvió aquel
hombre
a esta tierra antigua y
güena...
dicen que murió de pena
ayá por el Paraguay.
aquel Vasco... ¡Juan
Garay!
te descubrió ¡Madalena!
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