martes, 20 de septiembre de 2022

ATRIBULAO

 Relinchó el alazán y miró lejos

con las orejas como chuza’ e lanza,

y yo, que’stoy por estaquiar un cuero,

pa’ ver mejor, al ala torcí gacha.

 

Va pa’ la media tarde más o menos

y un bulto se divisa pa’l poniente

desimulao entre’l tierral espeso

que se alza de la güeya po’ande viene.

 

Es que la seca entró a tayar sin cuento

y la tierra es ceniza, blanda y fofa,

de áhi que cueriando se anda tuito el tiempo

pues la muerte’s ritual que anda a deshora.

 

Mas prestando atención mejor ya veo

y enviniendo’e la estancia no lo dudo,

es el coche’l patrón, me maliceo

…ese que sabe atar con cuatro oscuros.

 

Velay…! Se me’ntrevera el pensamiento

y el del lao de montar se me alborota…

¡Válgame dios…! que sea lo que’spero…

…si pa’ más, la ranchada está tristona…

 

Van pa’ tres meses largos que ando ajeno

viviendo atribulao… como al descuido,

con  una pena que me tiene’l pecho

un tanto como ahugao… cuasi cansino…

 

Otra sería la historia de’ste entuerto

de haberle yo hecho caso a mi patrona

cuando dijo en el patio, al dir saliendo:

“-Deja’l Lauro que’s chico pa’esas cosas…”

 

Pero orguyoso pues, de “mi aparcero”

tan hombre y tan gauchito con ocho años:

“-Cayate, qué sabrás? -dije sonriendo-

que’ste tiene mi sangre… y eso es algo.”

 

No diba a echarlo al medio del rodeo

sino… que viera… que oriyara el playo,

y a lo sumo, saliendo algún ternero

entonces sí ¡que se avispara un tanto!

 

Había tráido el patrón, con gran regüelo,

una punta de hacienda de la costa,

animales ariscos pa’l lideo

puro balido y revoliar de colas.

 

S’iba haciendo el aparte, tal cual mesmo

lo indicaba el patrón, dende su bayo,

que “los macho’pa’yá, pa’yá el que’s viejo

y las hembra’a este lao”, era el reparto.

 

Y en tan grande rodeo, los inquietos

ganaban la atención de los que atajan,

que si alcanza a’brir brecha algún puntero

l’hacienda es vendaval que se dispara!

 

Yo había visto un chorriao que’chaba fuego,

a un colorao rabioso que babiaba,

otro guampudo de pelaje overo

y otro medio cenizo y cara blanca.

 

Pero por mas corsario y por matrero

-curioso por un aspa despuntada-

le había puesto los ojos y el recelo

a uno flacón, más ágil que una gama.

 

Y oriyando la costa de’se encierro

se volcó endemoniao pa’ lo otra punta,

y encarando jugao y echando el resto

¡ganó la’tropeyada hecho una juria!

 

Le’chó el tungo, Julián, pa’ contenerlo,

pero el esquive lo dejó con ganas,

y al “Vasco” Ordoqui le paso lo mesmo

cuando quizo cruzarle una pechada.

 

Ya se armaban dos lazos al momento

como pa’escarmentarle la osadía,

mientras ganando el campo por derecho

pa’nde’staba mi Lauro, el bruto diba.

 

El zaino qu’él montaba -pingo güeno,

baquiano pa’l trabajo con hacienda-

tan solo priecisó de un taloneo

pa’estarse apistolao, de más alerta!

 

Y estando sin trajín, el pingo fresco,

sumao a la inocencia del que’s chico

en dos amagues arrimó el encuentro

contra el cuarto flacón de aquel ladino.

 

“-¡¡Pará muchacho!!”, se’scuchó de lejos

el grito’el capataz, ante’l peligro,

y a la distancia, de ande’staba viendo,

quedé como embarao, sin darle ausilio…

 

Pero él no escuchó el grito… o tantió el reto,

y cuando el zaino en firme recostaba

pasó lo que pasó, bien lo ricuerdo

unque a esa esena pretendí borrarla,

 

que cuando parecía que’ra un hecho

aqueya hazaña de un mamón de gaucho,

vaya a saber por qué?, se pialó fiero

y enredao al noviyo, cayó el zaino.

 

Al hocicar, el Lauro contra el suelo

quedó como almariao ayí tendido,

demientras que bufando, echando fuego

el bruto se paró en un rejucilo.

 

Y lo encaró como si juese un perro

y al golpiar lo chució con una guampa

…y en mi loca carrera sentí el pecho

quedarse quieto, viendo roja el aspa…

 

Vi que dos lazo’al pronto le yovieron.

Desmonté ensemismao, y al levantarlo,

¿pa’ qué voy a mentir? lo sentí muerto

…lo que pasó… dispués me anoticiaron…

 

Lo vendó el capataz con dos pañuelos

endispués que’l costao medio limpiara,

y a la estancia rumbiaron, sin resueyo,

ande mandó el patrón que’l coche ataran.

 

La vieja cocinera algún ungüento

le puso, emprincipiándole una cura

y agarraron nomás, con rumbo al pueblo

quemando leguas de distancia mucha.

 

Al otro día estuvo de regreso

anunciando el “…tal vez”, de una esperanza,

y mi patrona -que’ra un solo rezo-

rumbió al poblao… y yo quedé’n las casa’.

 

Van pa’ tres meses largos que ando ajeno,

atribulao el pecho por la culpa…

pero aura, cerca el coche, mejor veo

que viene alborotao y algo se’scucha.

 

¡Válgame dios! que sea lo que pienso.

Un bracito se agita en la ventana…

Lo que pasó… ya dentra a ser ricuerdo

es el Lauro, señor, que grita: ¡¡Tataaa!!

                                                             (31/12/1995)

Versos de Carlos Raúl Risso

EL DISPUÉS

 En el rancho’e los ricuerdos

yo viá dejar pa’l mañana

más de una trova galana

que compuse al tranco lerdo;

sé de que ansí no me pierdo

y quedo al tiempo abrochao

(como patacón gastao

de usarse en el tirador),

y en boca de algún cantor

quien sabe… soy escuchao.

 

Habrá güeyas de mi paso

en sestiyas, en cuarteta

y en la décima “paqueta”

(que’s lujo, yegao el caso);

también sabrán de mi abrazo

a los que quiero y rispeto,

de los que aprendí el secreto

en que una escretura estriba,

de’so haberá en mis mesiva’

que’s más de un cajón completo.

 

No ha de faltar el rilato

de alguna historia campera

hecho cuento, a mi manera,

de un modo simple y sensato;

también habrá más de un dato

de hombres crioyos y de puetas,

qu’he andao haciendo gambetas

pa’ yegar a conocer

las cosas que hay que saber

de aqueyas gentes inquietas.


Quedan las pilchas de pión

de mi vestir de campero:

tirador, rastra, sombrero,

una daga, algún facón;

más yamará la’tención

porque antaño se han usao

una “yunta” qu’he cuidao

hasta con cierto recelo:

de crioyos tartaragüelos

¡dos calzonciyos cribao!

 

Mucho hayarán en papeles

o en cosas de antigua data

pero… nadita de plata

o de ricos oropeles!;

los libro’en los anaqueles

serán… como mi divisa,

más tengo la idea precisa

y puesta tengo la fe,

¡que’n mis versos viviré

cuando no sea ni ceniza!

                               (1/10/1995)

En el rancho’e los ricuerdos

yo viá dejar pa’l mañana

más de una trova galana

que compuse al tranco lerdo;

sé de que ansí no me pierdo

y quedo al tiempo abrochao

(como patacón gastao

de usarse en el tirador),

y en boca de algún cantor

quien sabe… soy escuchao.


 

Habrá güeyas de mi paso

en sestiyas, en cuarteta

y en la décima “paqueta”

(que’s lujo, yegao el caso);

también sabrán de mi abrazo

a los que quiero y rispeto,

de los que aprendí el secreto

en que una escretura estriba,

de’so haberá en mis mesiva’

que’s más de un cajón completo.


No ha de faltar el rilato

de alguna historia campera

hecho cuento, a mi manera,

de un modo simple y sensato;

también habrá más de un dato

de hombres crioyos y de puetas,

qu’he andao haciendo gambetas

pa’ yegar a conocer

las cosas que hay que saber

de aqueyas gentes inquietas.




Quedan las pilchas de pión

de mi vestir de campero:

tirador, rastra, sombrero,

una daga, algún facón;

más yamará la’tención

porque antaño se han usao

una “yunta” qu’he cuidao

hasta con cierto recelo:

de crioyos tartaragüelos

¡dos calzonciyos cribao!


Mucho hayarán en papeles

o en cosas de antigua data

pero… nadita de plata

o de ricos oropeles!;

los libro’en los anaqueles

serán… como mi divisa,

más tengo la idea precisa

y puesta tengo la fe,

¡que’n mis versos viviré

cuando no sea ni ceniza!

                               (1/10/1995)

Versos de Carlos Raúl Risso