Como una visión pasada
que dende’l ayer me alcanza
veo el coligüe de la lanza
con plumas, empenachada.
Lo serio de una mirada
indio, me obliga a pensar,
y en mi pensamiento andar
pa’ brindarte con acierto,
mi ricuerdo anque estés muerto
porque te debo un cantar.
Aquel noble valor tuyo
defendiendo la querencia,
solo afluejó a la inclemencia
del jusil, sigún intuyo.
No se doblegó tu orguyo
y en una carga suicida
vendiste cara tu vida
antes que’ngriyarte a un cepo,
porque a mi ver, ¡ni de prepo!
tu lanza cayó rendida.
De cada pampa valiente
que abonó este crioyo suelo
se prendió en el aire’l güelo
de su imagen propiamente.
Por eso que ridepente
hoy noto tu aparición
como histórica visión
que me viene a ricordar,
que del indio jue’l lugar
ande hoy armo mi fogón.
Te
puedo ver de a cabayo
en
un overo galán
y
que los dos viendo están
mi
priesente de soslayo.
Por
eso que pronto rayo
mi
verso más parejero,
por
tu estampa, por tu overo,
por
tu yano y por tu gloria.
¡Pues
lo cierto de la historia
quiero
sepa el mundo entero!
Es
cierto que maloquiaste
a
tu gusto y discreción
pero
antes una invasión
d’estranjeros
soportaste,
y
si al principio afluejaste
¡por
asombro! y no temor,
dispués mostraste valor
y
en lucha, por muchos años,
enfrentaste
sin engaños
a’quel
que jue “tu invasor”.
A
vos te venció el progreso
y
no el valor pecho a pecho:
la
bala, anque grande’l trecho
te
dio con juerza su beso.
Se
sangreó tu cuero grueso
curtido
viviendo al raso,
y
si reculó tu paso
en
defensiva bataya,
¡ni
un jeme cedió tu agaya
en
la línia del ocaso!
Tu presencia, indio guerrero
-con la libertá de istinto-
en mi crioyo verso pinto
por verte de cuerpo entero:
Bien montao sobre un overo
que’s calzao de pata y mano,
de grueso poncho pampiano,
chiripá y bota de potro,
hacia vos (o a cualquier otro)
estiendo mi brazo: ¡hermano!
(27/03/1982)
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