Amaina. Se va limpiando
el cielo
en anchos listones
mientras
que a unos nubarrones
“el
pampero” pasa’rriando.
¿Otra
de’stas? Sabe cuando
me
agarrará en el camino;
por yuvia
no me acoquino
tengo
muchas sobre’l lomo
pero en
verdá, ni sé como
pude yegar
a destino.
y me
agarró a campo abierto
que’ra
mesmo que un desierto:
ni planta
ni pajonal.
Viento y
agua por igual
me tráiban
a mal traer
hasta que
pude caer
-siguiendo
el rumbo al istinto-
al puesto
de Don Jacinto
y áhi jue
pa’ mi, un renacer.
Entonces
bien se valora
la
templanza del fogón
y el sabor
del cimarrón
como nunca
se atesora.
Supo
aguantar la totora
del techo,
flor de chubasco.
cáiba’gua
que daba’sco
y en tan
singular negrura
¡era el
candil una’lbura!
dando su
luz dende un frasco.
Pero áura,
ya es otro día,
otra
historia por vivir
y se me
hace colegir
que’l sol, trairá su alegría.
Si hasta
el pingo, se diría
que
anda’ura más avispao
-yegó
bastante aplastao
del trajín
de la tormenta-.
¿Pa’ que
viá sacar la cuenta?
La vida…
nada da fiao…
(13/06/2014)
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