Trotea airosa la “rosiya”
y el son del cencerro tacho
con su recia voz de macho
entabla a los de mi siya.
Entrepelada y senciya
mi tropiya de trabajo
es la herramienta, barajo,
con la que’n paz, me sostengo
que con eya voy y vengo
y a la pobreza l’atajo.
Tengo un “alazán” morrudo,
un “zainito mano mora”
y un “gatiao”, que guapo aflora
en el trabajo más rudo;
un “moro”, que’s como escudo
por su pelaje de acero,
un “azulejito overo”
-cielo de una atardecida-,
un “lobuno” anca partida
y un “doradiyo lucero”.
Don Miguel, el capataz,
hombre de un hablar medido
ha sentenciao, sin cumplido:
“esa es
tropiya capaz”.
Ansí, sin lujos de más
que’n verdá no los preciso,
me sirve pa’l compromiso
de cumplir cada conchabo
y que no falte el centavo
pa’ que’l gurí tenga un guiso.
Es tropiya sin “mejor”,
no luce’n fiesta pueblera,
pero es la prenda campera
de un paisano cumplidor.
Siete pingos de valor
que pa’ mi, que poco valgo
dicen mucho más que algo
y son ansí, mi fortuna.
¡Y no es menos que ninguna
cuando a cualquier güeya salgo!
(21/05/2014)
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