Relinchó el alazán y miró lejos
con las orejas como chuza’ e lanza,
y yo, que’stoy por estaquiar un cuero,
pa’ ver mejor, al ala torcí gacha.
Va pa’ la media tarde más o menos
y un bulto se divisa pa’l poniente
desimulao entre’l tierral espeso
que se alza de la güeya po’ande viene.
Es que la seca entró a tayar sin cuento
y la tierra es ceniza, blanda y fofa,
de áhi que cueriando se anda tuito el tiempo
pues la muerte’s ritual que anda a deshora.
Mas prestando atención mejor ya veo
y enviniendo’e la estancia no lo dudo,
es el coche’l patrón, me maliceo
…ese que sabe atar con cuatro oscuros.
Velay…! Se me’ntrevera el pensamiento
y el del lao de montar se me alborota…
¡Válgame dios…! que sea lo que’spero…
…si pa’ más, la ranchada está tristona…
Van pa’ tres meses largos que ando ajeno
viviendo atribulao… como al descuido,
con una pena que me tiene’l pecho
un tanto como ahugao… cuasi cansino…
Otra sería la historia de’ste entuerto
de haberle yo hecho caso a mi patrona
cuando dijo en el patio, al dir saliendo:
“-Deja’l Lauro que’s chico pa’esas cosas…”
Pero orguyoso pues, de “mi aparcero”
tan hombre y tan gauchito con ocho años:
“-Cayate, qué sabrás? -dije sonriendo-
que’ste tiene mi sangre… y eso es algo.”
No diba a echarlo al medio del rodeo
sino… que viera… que oriyara el playo,
y a lo sumo, saliendo algún ternero
entonces sí ¡que se avispara un tanto!
Había tráido el patrón, con gran regüelo,
una punta de hacienda de la costa,
animales ariscos pa’l lideo
puro balido y revoliar de colas.
S’iba haciendo el aparte, tal cual mesmo
lo indicaba el patrón, dende su bayo,
que “los macho’pa’yá, pa’yá el que’s viejo
y las hembra’a este lao”, era el reparto.
Y en tan grande rodeo, los inquietos
ganaban la atención de los que atajan,
que si alcanza a’brir brecha algún puntero
l’hacienda es vendaval que se dispara!
Yo había visto un chorriao que’chaba fuego,
a un colorao rabioso que babiaba,
otro guampudo de pelaje overo
y otro medio cenizo y cara blanca.
Pero por mas corsario y por matrero
-curioso por un aspa despuntada-
le había puesto los ojos y el recelo
a uno flacón, más ágil que una gama.
Y oriyando la costa de’se encierro
se volcó endemoniao pa’ lo otra punta,
y encarando jugao y echando el resto
¡ganó la’tropeyada hecho una juria!
Le’chó el tungo, Julián, pa’ contenerlo,
pero el esquive lo dejó con ganas,
y al “Vasco” Ordoqui le paso lo mesmo
cuando quizo cruzarle una pechada.
Ya se armaban dos lazos al momento
como pa’escarmentarle la osadía,
mientras ganando el campo por derecho
pa’nde’staba mi Lauro, el bruto diba.
El zaino qu’él montaba -pingo güeno,
baquiano pa’l trabajo con hacienda-
tan solo priecisó de un taloneo
pa’estarse apistolao, de más alerta!
Y estando sin trajín, el pingo fresco,
sumao a la inocencia del que’s chico
en dos amagues arrimó el encuentro
contra el cuarto flacón de aquel ladino.
“-¡¡Pará muchacho!!”, se’scuchó de lejos
el grito’el capataz, ante’l peligro,
y a la distancia, de ande’staba viendo,
quedé como embarao, sin darle ausilio…
Pero él no escuchó el grito… o tantió el reto,
y cuando el zaino en firme recostaba
pasó lo que pasó, bien lo ricuerdo
unque a esa esena pretendí borrarla,
que cuando parecía que’ra un hecho
aqueya hazaña de un mamón de gaucho,
vaya a saber por qué?, se pialó fiero
y enredao al noviyo, cayó el zaino.
Al hocicar, el Lauro contra el suelo
quedó como almariao ayí tendido,
demientras que bufando, echando fuego
el bruto se paró en un rejucilo.
Y lo encaró como si juese un perro
y al golpiar lo chució con una guampa
…y en mi loca carrera sentí el pecho
quedarse quieto, viendo roja el aspa…
Vi que dos lazo’al pronto le yovieron.
Desmonté ensemismao, y al levantarlo,
¿pa’ qué voy a mentir? lo sentí muerto
…lo que pasó… dispués me anoticiaron…
Lo vendó el capataz con dos pañuelos
endispués que’l costao medio limpiara,
y a la estancia rumbiaron, sin resueyo,
ande mandó el patrón que’l coche ataran.
La vieja cocinera algún ungüento
le puso, emprincipiándole una cura
y agarraron nomás, con rumbo al pueblo
quemando leguas de distancia mucha.
Al otro día estuvo de regreso
anunciando el “…tal vez”, de una esperanza,
y mi patrona -que’ra un solo rezo-
rumbió al poblao… y yo quedé’n las casa’.
Van pa’ tres meses largos que ando ajeno,
atribulao el pecho por la culpa…
pero aura, cerca el coche, mejor veo
que viene alborotao y algo se’scucha.
¡Válgame dios! que sea lo que pienso.
Un bracito se agita en la ventana…
Lo que pasó… ya dentra a ser ricuerdo
es el Lauro, señor, que grita: ¡¡Tataaa!!
(31/12/1995)
Versos de Carlos Raúl Risso
Muy descriptivo e interesante. Me gustó mucho
ResponderEliminarMuchas gracias!!
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