“…y ya pronto los espera
de la posta el
tibio amparo…”,
(*)
quizás
el deseo más claro
de
la ajetriada galera;
pero
hoy la casa campera
está
tranquila, no hay prisa,
denguna
corneta avisa
va
yegando un mayoral;
el
campo es silent’erial
y
está tuito como en misa.
Hay un mozo, que’l lomiyo
le’stá
componiendo al flete
al
que nada hay que lo inquiete
y
mira el campo’e rabiyo;
la
moza’e la casa, el triyo
marca,
del mate que ceba,
y
en él, seguro que abreva,
a
más de calmar la sé,
ese algo que no se ve
pero
al corazón subleva.
El
corral de palo a pique
vacido
está, sin yeguada,
y
estraña la empalizada
de’se
tropel, el repique;
justo
es que a su lao ubique
a
dos pingos ensiyao’;
y
junto al rancho está echao
descansando
su trajín
un
perro bayo, mastín
cimarrón,
que’stá acrioyao.
Es
de otoño que va a invierno
el
tiempo que’sta pasando
y
hay tres crioyos platicando
seguros
de su gobierno;
el
que’nsiya, que no es tierno,
está
pendiente’e la moza
-que’s
servicial y donosa
canta
el atavío prolijo-,
y
anque anda en pata, de fijo
sabe
usar botas vistosas.
Oservándolo
al que’nsiya
se
ve un lomiyo vistoso
y
el repujao primoroso
resalta
de oriya a oriya;
en
la acionera senciya
priende
la juerte’stribera
y
sobre un tonel espera
cojiniyo
y sobrepuesto
porque’l
paisano echa el resto
en
su aperada surera.
tranquila,
sin apurones:
ni
ensiyan los postiyones
ni
se revisan los tiros;
no hay de viajeras suspiros
ni
rezonga un pasajero...
ya
golverá el entrevero
y
habrá que apretarse’l gorro
¡Qué
la posta es un socorro
cuando el camino es muy fiero!
La Plata, 10/Enero/2022
(*) de “Galera de Mauro Gómez”
Versos
de Carlos
Raúl Risso
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