miércoles, 22 de diciembre de 2021

COMO EL CENCERRO

 Tañe’l cencerro y al son

de su canto melodioso

vibra el bronce, de alborozo

viendo el campo en su estensión;

es el cencerro, emoción

que a más d’entablar mis pingos

entropiya sin distingos

mis más camperas cuestiones

que a veces, se hacen canciones

pa’l fogón de los domingos.

 

A la fiel madrina overa

-que’s vistosa y obediente-

me acoyaro mesmamente

que’l “ciervo” a la cogotera;

con eya, yendo p’ajuera,

al pago más alejao

hemos ido ante’l mandao

de un trabajo sin encierro,

siendo el tañir del cencerro

un rumbo en lo descampao.

             

Y anque pueda que un cabayo

le haiga cambiao al entable,

al cencerro, inseparable

de la “overita”, lo hayo.

Y si lo dicho detayo

es que una güelta, apretao,

de una yunta, acongojao

me desprendí con gran pena

… cuando enfermó mi Azucena

y l’atendí en el poblao.

 

De andar tanto, es que aseguro:

¡tengo un amigo de fierro

en el sonar del cencerro

que se me hace claro y puro!

Por eso, siempre procuro

-sin que me apoque ni asonce-

hablar prudente, y entonces

decir fiel, a mi mandao:

¡quiera Dios que lo qu’he hablao

tenga el tañido del bronce!

                                 (28/02/1995) 

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