Ensiyé al amanecer
cuando la fresca es suspiro
¡y ya me largué a rumbiar
con el redomón de tiro!
Tal
cual lo había carculao
temprano
voltié del cuero,
y
charquié un cuarto’e cordeo
cosa
de no andar venao;
alcé
las pilcha’el recao
porque’s
güeno , a mi entender,
antes
que’l sol se haga ver
ganarle
al calor, la punta,
y
embozalando unan yunta
ensiyé al amanecer.
Y
ya salí, si señor!
como
quien va sin apuro
¡que’n
güen pingo me aventuro
hasta
en la güeya más pior!
Es
animal superior
éste
que’nsiyé, y almiro:
seguro
si el lazo tiro,
pronto
en cuestión de boliar,
¡y
goloso en galopiar
cuando la fresca es suspiro.
Y
dejando atrás las casa’
me
hago de la güeya a un lao
y
costiando el alambrao
siento
que’l campo me abraza.
Una
bandurria, alto pasa
en
formación al volar;
yo,
con mi perro a la par
y
el redomón cabrestiando,
pito
un negro, cavilando…
¡y ya me largué a rumbiar!
Varias
leguas por delante
me
separa del destino,
mas
se hace corto el camino
cuando
uno viaja anhelante.
Las
orejas, espetante,
para
mi pingo y yo miro,
campo
y más campo respiro
con
su silvestre fragancia,
mientras
acorto distancia
¡con el redomón de tiro!
(19/02/1988)
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