En l’última
reseriada
en que a
Córdoba yegué
una manta le
compré
que aura la
trigo arroyada;
en su cama ¡ni
pintada!
va quedar, más
que seguro;
ya me imagino
el apuro
que le
va’garrar al verla
digo, porque
al conocerla
se sienta
feliz, procuro.
A mi hermana
la Celina
-que’s la que
le hace compaña-
como sé que se
da maña
le compré una
tela fina,
algo como
“percalina”
me dijo el
turco tendero
al que le
agencié el sombrero
aludo, que
requintao
aura traigo
bien calzao
como le cabe a
un campero.
Siento al
cuzco toriador
que carculo,
me ha ventiao,
y aunque’l
cielo se ha cerrao
me ha sacao,
conocedor;
el cencerro
sonador
se ha’quietao
al dir al tranco.
Como entre
amariyo y blanco
lo vislumbro
al “sol de noche”
filtrando como
en derroche
la señal, pa’
donde arranco.
¡El rancho
donde me’he criao!
Del que
chicuelón salí
pero al que
siempre golví
quizá… por
bien enseñao.
Hoy de nuevo
he regresao
como
pa’estarme algún día,
pues con la
tropiya mía
le haremos
ronda al trajín
pa’ vivir como
en festín
y en familia.
¡Quién diría!
Versos de Carlos R. Risso
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