Si
permiten, los prevengo,
les voy a
entrar a contar,
sin querer
alabanciar
de unos
cabayos que tengo;
con eyos de
lejos vengo
acortando
las distancias,
mientras
lucen l’arrogancia
que vieron “Pagos”
enteros:
muchos son
los aparceros
que
codician su prestancia.
Lindo un
“zaino colorao”
al que lo
yamo “Ciruja”,
en su
galope dibuja
un braceo
acompasao.
Leguas
hemos galopiao
a través de
campo y güeya,
con su
presencia desteya
anda haiga
que trabajar,
es sin igual
pa’ marchar
la
distancia pa’él no es meya.
Otro pingo
servicial
pa’ las
faenas camperas,
es aquel,
que inquieto espera
relinchando
en el corral;
el nombre
de’se animal
es
“Yamador”, aparcero,
viera que
lindo el apero
luce ese
“overo rosao”,
pa’l manoseo:
delicao…
y en el
trabajo: ¡primero!
Uno que fue
y es pingaso,
servicial y
compañero:
un
“doradiyo lucero
media res
del lao del lazo”.
Lo compré,
si viene al caso,
a un
paisano de “La Loma ”,
quien lo
lució en varias doma’
y desfiló
en tradición.
Tuvo “El
Chiche” condición
y aún hoy,
tranquiando l’asoma.
También
tengo un “blanco albino”
que recién
es de bocao,
“Indio” lo
he bautizao
por lo
despierto y ladino;
es muy
bueno pa’l camino
y pinta
como ligero,
aún le
cosquiyea al apero
cuando lo
dentro a ensiyar,
más
saliendo a galopiar
¡hay que
verlo compañero!
Pa’ cerrar,
un “zaino argel,
pico blanco
y mano mora”,
que ‘cuando
no alcanza yora’
porque al
refrán le’s muy fiel.
Petizón,
pero el pincel
que delineó
su figura,
le dio una
crioya postura
y fuerza en
l’atropeyada…
pa’l ”Mano
Mora” no hay nada
capaz de
aguar su pintura.
Amigos, he
terminao
este mi
humilde relato,
los he
molestao un rato
con lo que
le’s he contao,
de mis
pingos les he hablao
pues en eyos
va mi orguyo,
yo no quise
hacer baruyo
y si lo he
hecho, perdón…
“Mis pingos
son mi canción,
como del
campo es el yuyo”.
(27/05/1970)
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