que hayer
hubo en Atalaya
reviviendo
la bataya
de carne y
sal, sangre y cuero.
Le canto a
los forasteros
que yegaron
a poblar,
porque’s
justo ricordar
que si
progresó la zona
es que dio
cada persona
sus ganas
de trabajar.
Del arroyo,
por la oriya,
entre’l
verdor que da el monte,
el mesmo
ayer, pa’ un apronte
hasta
parece que’nsiya;
el chairiar
de una cuchiya
parece que
trái el viento
y es
-asigún yo presiento-
que rastros
de aquel donaire
andan
flotando en el aire
porque ayí
está su aposento.
Al ver tu
costa y tu puerto
ayer,
Silges y Ferrando,
dejaron de
andar buscando
pa’
establecerse, por cierto.
Y ande
antes hubo disierto,
bravos
malones… batayas,
invasor de
clinas bayas
y una
guardia de coraje,
dentró a
balar el vacaje
y vos
creciste, Atalaya.
Un
noviembre, pa’ más dato
del año
setenta y uno
se carnió
el primer vacuno
sigún
cuenta algún rilato.
Y si a
mentar me desato
el trabajo
de’sos días,
a Repetto y
Compañía
es
necesario nombrar
que también
vino a salar
en la
antigua grasería.
Tañe el
bronce del ricuerdo
por el
saladero ‘e Rocca,
y si la
memoria evoca
al de
Palazzi, no pierdo.
Aquel
tiempo, al tranco lerdo
s’hizo
pasao… s’hizo olvido,
y aquel
puerto concurrido
por barcos
de tuitos rumbos
quedó solo
y a los tumbos
…cuasi se
diría… vencido.
Por aquel
ayer, mi canto,
yeno de
orguyo, sin pena.
¡Pasao de la Madalena !
Mi Pago que
quiero tanto.
Y cuando mi
voz levanto
pa’
brindarte mi homenaje:
tañe el
ricuerdo el cordaje
y en sus
compases certeros,
un canto a
“los saladeros”
dispierta
en tuito el paraje.
(4/03/1982)
No hay comentarios:
Publicar un comentario