martes, 26 de diciembre de 2023

CAVILANDO

 Sobre una treve petiza

se recorta la figura

de una pava que’stá oscura

porque’l tizne la tapiza;

una brasa se eterniza

en tímido parpadeo;

el cielo se pone feo

por un nubarrón que avanza,

en eso que oír se alcanza

de un cencerro el tintineo.

 

La quietú gana las casa’,

los corrales, los galpones,

y hasta en el rancho’e los piones

el silencio s’entrelaza;

aletea una torcaza

que se acomoda en la rama,

mientras la luna derrama

su última luz de seda,

porque’l nubarrón la enrieda

en l’oscuro de su trama.

 

De la puerta en l‘abertura

parao, entre la penumbra,      

veo el latigazo que alumbra

de un rejucilo en la altura.

Me güelvo y la cebadura

un poco al mate compongo

y en eso que me dispongo

a revivir unas brasas,

cáin unas gotas machazas

y un trueno suelta el rezongo.

 

Con el fogón ya dispuesto

pa’ tener agua caliente

yo acomodo mi priesente

en un banquito modesto;

sigue’l agua y por supuesto

siembra de charcos el suelo,

a la par que trái consuelo

pa’ la falta de mi sueño,

que’n conseguir no m’empeño

por meditar… mi desvelo.

                                   (8/03/1982)

 

Versos de Carlos Raúl Risso

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