Escampa; se limpia el cielo;
el
sol amaga un derroche
tendiendo
un manto a la noche
que
cobijó mi desvelo.
Un
hornerito en su güelo
corteja
a la compañera.
Tiendo
la mirada’juera
como
pa’ ver más mejor
y
veo en el campo un color
que
despunta a primavera.
Me
corro bajo el alero,
miro
el burro y el recao
que
al reparito han estao
mientras
tayó el aguacero;
me
asomo pa’l lao trasero
ande
se ve la cañada
con
la briyantez platiada
del
agua de por si mucha,
y
el parloteo se’scucha
de
las aves en bandada.
Dos
o tres garcitas moras
pasan
por arriba’el rancho
y
del gran tala, un carancho,
alza
güelo sin demora.
Veo
moverse las totoras
y
es que áhi anda la tropiya,
viene
costiando la oriya
de
la cañada qu’he dicho
pa’l
albardón de los bichos
que
puebla el cardo castiya.
Pronto
espero, ensiyaré
como
lo hice dende chico,
pero
aurita bien me’splico
que
barata la saqué;
el
pingo rodó y se jue
pa’l
cielo de los cabayos,
yo…
almariao, hice un ensayo
de
pararme y jue fierazo:
estaba
quebrao el brazo
y
del dolor me desmayo.
¿Cuánto
tiempo quedé ansí…?
No
lo supe ni sabré,
y
en cuanto me disperté
con
la faja me asistí,
al
brazo lo alcé y salí
y
al trecho de caminar,
en
complicao avanzar
con
dificultá creciente
me
vio el puestero de’nfrente
¡y
aura lo puedo contar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario