A Miguel D. Etchebarne, copiándole el modo
1
Lindo
el caballo picazo
que
ensilla Don Eleuterio,
por
el pelo oscuro, serio,
y
alegre en el sobrepaso.
Conserva
el hombre un retazo
de
antigua suerte de estancia
y
conserva esa prestancia
propia
de estanciero criollo
del
tiempo aquel sin escollo
de
la paisana arrogancia.
2
Suele
ensillar bien temprano
-costumbre
de estirpe vieja-
y
cuando de matear deja
sale
al campo muy ufano.
Es
un señor soberano
al
modo de antigua usanza,
¡capaz
de cargar a lanza
si
la ocasión lo pidiera!
Don
Eleuterio Cabrera
brilla
en luz de remembranza.
3
Su
casa es de casta criolla
sin
ser casco de azotea,
y
contra el monte blanquea
que
la cal la emperifolla;
el
techo se desarrolla
a
dos aguas, con simpleza
y
en él, la teja francesa
pone
ese tono, aventuro,
de
m’burucuyá maduro
mientras
augura tibieza.
4
Tiene
una negra sirvienta
enyuntada
a un criollo aindiado
que
con él siempre han estado
el
tiempo… ya ni se cuenta;
ella
es Modesta Vicenta,
él,
Lisandro Corvalán,
ella,
porteña en su afán,
él,
del Azul, catrielero.
¡Guapa
yunta de esquinero
para
el patrón que da el pan!
5
Don
Lisandro es mayordomo,
es
capataz, es puestero,
porque
es el mejor ladero
por
su saber y su aplomo.
Su
respuesta nunca es: “…cómo?”
Siempre,
más vale: “está bien”
que
aunque tenga algún “desdén”
suele
reafirmar un: “güeno”.
(Porque
es de mascar el freno
y
mirar serio también).
6
Y
allá va Don Eleuterio
criollo
de cuño, sin truco,
sobre
el picazo pasuco
hacia
un campo de misterio,
donde
el horizonte -serio
como
daga caronera-
develar
algo quisiera
bien
extendido de panza,
dándonos
la remembranza
de
un ayer, que hoy es quimera.
(17/07/2015)
Versos de Carlos Raúl Risso
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