¡Ah,
mi amigo! Si señor
¿cómo
no le viá contar?
¡si
cuando empiezo a cantar
me
tiemplo como el mejor!
Verdá
qu’he sido andador
y
que andador sigo siendo,
soy
de los que aprienden viendo
y
oservando los detayes
que’n
cayejón, güeya o cayes
la
esistencia jué’scribiendo.
Me
ha dao el andar la vida
alegría,
sinsabores,
desdichas,
también honores,
algo
grato, alguna herida;
en
esa esperencia anida
el
saber que me apuntala;
ave
que’stiende sus alas
remonta
el güelo sin prisa
y
cada crioyo priecisa
curtirse,
pa’mostrar galas.
Siempre me gustó ensiyar
en cuestiones de paseo
un pingo que’n su escarceo
se supiera soliviar;
en cambio pa’ trabajar
busqué’l de aspeto dormido
pero que se hace estampido
cuando en la rienda se siente.
(Ese sosiego prudente
le deja un resto escondido).
En el cayar con prudencia
no se’sconde cobardía,
es cobarde’l que a porfía
se vuelca pa’ la osecuencia;
el que atúa con decencia
y habla sin gritar, con tino,
defendiendo lo genuino
con firme convencimiento,
¡ese es valiente sin cuento
y en ese rumbo me inclino!
Ser valiente es proceder
dispuesto pa’l tranco atrás
si se dijo algo de más
o se’quivocó al hacer;
agayas hay que tener
si hay que defender a fondo
la cuestión que cala hondo
y enráiza en el sentimiento,
a esas cosas las enfrento:
si hay que responder, ¡respondo!
Ya ve: templando me animo
a cantar con fundamento.
(No siempre’l canto del viento
es el mejor ni el que’stimo);
al fogón a que me arrimo
vuelco mi gaucha esperencia,
y unque humilde de presencia
del diablo, el refrán le dejo:
de que sabe más por viejo
que toda su mala cencia.
Y aura me yama
el cencerro
que hace sonar
la madrina
de las
costumbres genuinas
por un rumbo que
no erro;
es que a la
güeya me aferro
que trazaron mis
mayores
con sus saberes
mejores
por los que hoy
canto y opino,
con este acento
argentino
que tiene
patrios colores.
(17/11/2000)
Carlos Raúl Risso
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