su
quejosa melodía
lo
va despidiendo al día
que
se ricuesta, cansino;
da
un volido y suelta un trino
sobre
la torre, un zorzal,
coronando
el servicial
esfuerzo
del “pión de fierro”,
al
que’n su estaquiao encierro
cualquier
viento le da igual.
Cansao,
se ricuesta el día
pa’
terminar su jornada
bajo
una noche toldada
con
briyante estreyería;
gana
el tiempo la’rmonía
de
un silencio melodioso,
taya
de a poco el reposo
pero
hay que parar la oreja
que
saldrá la comadreja,
el
zorro, ¡y hay fechoría!
En
la sombra suspendida
que
por el talar se’stiende,
suave
el volido se tiende
de
una lechuza alvertida;
y
enseñando que la vida
tiene
también otra cara
muestra
en el cielo su clara
y
plateada luz, la luna,
donosa
como ninguna
que’n
suave humildá se ampara.
Y
ha de venirse el fogón,
algún
charrusco y el mate,
y
endispués, ¡el sosegate
de
luz mala o lobizón!
Por
áhi, cái en la ucasión
las
mentas de una tropiada
o
una tremenda topada
en
aqueya pulpería…
que
se presta más que’l día
la
noche, pa’esas rumiadas.
Y
dispués, en el recao
o
sobre’l catre de tientos
haciendo
a un costao los cuentos
lo
rinde’l sueño al cansao.
Solo
el fogón ha quedao
con
un tizón parpadiando,
la
gente está descansando
al
dar la noche un parate,
que’s
lindo tomando un mate
esperar
que’sté clariando.
(4/09/2001)
Carlos Raúl Risso E.
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