Defilaste “Tradición”
vestida de azul y blanco
en pingos de airoso tranco
y en gauchos, de corazón.
En más de una ucasión
jue proclamada tu muerte
pero cualquiera hoy alvierte
al oservarte lucir:
¡que por siempre has de vivir
porque estar viva es tu suerte!
Sin duda, ¡qué lujo es ver
hombres pa’ ensiyar, parejos,
que ya amuestran dende lejos
condiciones de saber!
Otros tienen el valer
de lucir una tropiya,
que’n su entable hoy maraviya
al incrédulo pueblero,
y que ayer -junto al resero-
tranquió por yano y cuchiya.
Otros en una volanta,
en carro, en sulky o en chata,
muestran algo que retrata
un pasao que se agiganta.
Y si hay un ayer que canta
también pasa la carreta
que a la historia se enhorqueta
sin que’l presente la meye,
y al tranquito de sus güeyes
¡ya ni el tiempo la asujeta!
Van camperos, que enancadas,
yevan paisanas donosas,
livianas, sueltas, airosas,
como flores perfumadas;
otras pasan bien montadas
a la usanza femenina,
pues no solo en la cocina
demuestra su condición:
¡que hace también tradición
nuestra mujer Argentina!
Y en semejante entrevero
de hombres, cabayos, carruajes,
gurises de crioyos trajes
rinden culto a lo campero,
¡si hasta el hombre más matrero
se siente al punto tocao!,
y uno piensa en el pasao,
en el ayer, lo que jue…
Y viendo lo que se ve
¡se pone’l pecho inflamao!
Y van las delegaciones
defilando de una a una,
y el animador auna
a cada, sus condiciones.
Hay estancias con sus piones
que también hacen su paso.
Y digo cerrando el trazo
en que describo esa ación:
¡Defilaste, tradición,
mostrando que no hay ocaso!
(30/12/1987)
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