Agradecido, a Roberto Calvo
¡Si
usté supiera, patrón,
con
cuanto lujo y orguyo
uso
los estribos suyo’
…si
es pa’ mi una distinción!
Los
miro con atención,
y
me parece mentira
cuando
un reflejo se’stira
sobre
su caña lustrosa…
¡Si
el recao es otra cosa
y
el mesmo pingo se almira!
Los
vio en mi rancho un paisano
-un
aparcero del rumbo-
Y
dijo en tono profundo:
“-¡Qué prenda se
ha echao, hermano!
Pa’ más, no son
orejano’,
si están todito
seyao
con ese escudo
mentao
que le sirve de
control:
compadre, son
marca “Sol”,
¡qué lindo
osequio le han dao!”
Les
viá cambiar la estribera
ya
que usté’n el escritorio
cuando
me dio el envoltorio
me
pidió que ansí lo hiciera,
pues
asigún dijo, era
mucho
el tiempo que yevaban
en
esa paré’n que estaban
como
un adorno campero,
y
que al resecarse el cuero
poca
vida le quedaban.
Son
de linda embocadura
-entra
bien la punta’el pie-
y
por el grabao se ve
que
son de antigua fatura;
no
serán de plata pura
pero
si de güeña‘lpaca
y
en sus cañas se destaca
-por
el uso algo gastao-
de
las bombas, el labrao
que
de lo común lo saca.
El
sábado a más tardar,
las
estriberas le saco
y
a’hacer las nuevas me atraco
pa’
usarlos sin tutubiar.
Hoy
los puse al ensiyar
pa’
medirlos al recao,
y
aura que’stoy entonao
a
decirle’n rima acierto:
¡le
agradezco Don Roberto
los
estribos que me ha dao!
(2/06/1992)
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