Voy
escuchando el silencio
al
dir cruzando en la noche
y
arriba, como un derroche
de
estreyeríos, presencio.
Tiemplo
un silbido y me agencio
de
un muy campero compuesto
y
mientras tranquea dispuesto
y
escarciando mi matucho,
lagrimea
la brasa’el pucho
y
el cencerro pone’l resto.
Puntea
airosa la “lobuna”
que
va enseñando el camino
sabedora
del destino
que
yevamos por fortuna;
con
complicidá la luna
guiña
de atrás de una nube,
y
al tiempo que me’ntretuve
echando
un vistazo al cielo,
chista
una lechuza en güelo
y
un ¡cruz mandinga! me sube.
Dos
“moritos”, dos “overos”,
dos
“picazos”, y un “gatiao”
-yunta
del que voy montao-
van
tranquiando compañeros;
es
que andando entre reseros
hay
que’nsiyar superior,
y
yo entablé con sudor
y
con pacencia, los pingos
que
son sin hacer distingos
cada
uno ¡de lo mejor!
Hasta
el rancho la distancia
en
verdá es bastante larga
pero
mi pecho se’mbarga
y
el yegar aumenta mi ansia.
Unos
pesos de ganancia
yevo
de los viajes que hice;
mi
paso espanta unos cuices
y
yo silbo pa’acortar
el
momento de abrazar
mi
mujer y los gurises.
(3/09/1982)
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