Sentao abajo el alero,
con
la pava y mate a mano,
lo
voy lidiando al desgano
que
a veces se amuestra fiero.
La
vida pasa ligero
(o
al menos eso parece),
ansí
uno se'ntumece
porque'l
tiempo lo avejenta.
¿Los
años? ¡Ni hacer la cuenta!
Si
nadie rejuvenece.
Ricuerdo
cuando pichón
salía
al campo con mi tata
y
éste, de forma sensata
m’iba
dando su istrución.
Ya
dispués dentré de pión
en
una estancia vecina,
pero
como me arrocina
el
trato del yeguarizo
m'hice
domador de oficio
y
jue mi época genuina.
Y
en eso de andar donando
entablé
varias tropiyas,
la
primera, pa la siya
de
un patrón de gaucho mando;
Cuando
salí reseriando
los
redomones lidiaba
si
el capataz me acetaba
en
la cola de la tropa
seguro'e
salvar la ropa
mientras
bien los enseñaba.
Pero
hoy... ni los sueños domo!
si
me amanezco dispierto
con
los ojos bien abierto
y
abombao... aunque no tomo.
Uno
no es ni por asomo
aquel
que supiera ser
y
es una tristeza ver
cómo
la vida nos trata,
mejor
dicho: nos maltrata
pues
nos hace'nvecejer.
Suerte
que algo me remedio
algunos
tiento’neredando
y
a veces, hasta entonando
algún
estilo que asedio;
en
ese momento al medio
echamos
tuitas las penas
pero…
de nuevo resuena
el
malestar del desgano,
bichera
ande anda un gusano
que
denguna cencia frena.
Y
aquí estoy, bajo el alero,
tendiendo
lejos la vista,
buscando
de que me asista
el
supremo, en trance fiero.
Es
que ya, no me da el cuero
pa'
encarar algún combate,
me
ha ganao el sosegate
que
aprieta juerte y parejo.
¡Que
cuando uno va pa' viejo
no hay güelta'tras, pa'l remate...!
22/7/24
Versos de Carlos Raúl Risso
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