La negra comba del cielo
jué presagio’e batifondo
y
rompió un trueno en redondo
los
nubarrones de un pelo,
-de
un relámpago el desvelo
había
anunciao la junción-,
y
se soltó un chaparrón
como
p’ahugar a la tierra…
¡Amalaya…
la gran perra,
qué
tristura y desazón!
Como
a baldazos se oía
que
se descargaba el agua
queriendo
apagar la fragua
que
había tayao tuito el día;
un
juerte viento corría
como
arriando la calor
y
a lo lejos el fragor
de
un trueno tras otro diba
anunciando
de que arriba
la
cosa estaba pa’ pior.
Al
pronto, dispués de un rayo
que
alumbró por un segundo
s’hizo
un silencio projundo
y
amainó, como detayo:
se
alzó el viento de soslayo
y
pa’ otros pagos rumbió,
el
agua se serenó,
s’hizo
el chaparrón garúa,
y
unque liso continúa,
lo
pior -pienso-, ya pasó.
Se
jue’scurriendo la noche
y
cuando amagaba el día
con
la primer luz se vía
que’l
viento tayó a derroche:
al
tala l’hizo un desmoche
que
amontonó contra el pozo,
que
se’ncuentra pesarozo
porque
le ladió el crucero
y
en las chapas del chiquero
dejó
enroscao un destrozo.
El
arroyo es un espejo
yenito
de oriya a oriya
y
el agua del bañao briya
limpita,
a puro reflejo.
El
tormentón se jué lejo’
tras
de su azote brutal,
cruel
pa’l hombre o animal
cuando
desata su embate,
pero
aura… templando el mate
¡soy
capataz de mi rial!
(30/12/2018)
Carlos Raúl Risso E.-
Carlos Raúl Risso E.-
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