miércoles, 22 de octubre de 2014

LO QUE ME GUSTA

Madalenense, señores,
pa’ más: del Paraje “el Pino”
-viejo cruce de camino
del pago de mis mayores-;
soy surero -aunque hay mejores-
dende los pies al sombrero.
En cualquier rancho campero
comienzo a desensiyar,
y no sé hacerme rogar
si hay que versiar, aparcero.

Nací aya por la mitá
del siglo que va corriendo
y mi canto, va diciendo
de senciyés y amistá;
mi ranchito es la humildá
de mi vida de campero.
El trabajo es mi ladero
y el oservar es mi cencia,
porque se toma concencia
viendo lo que’s verdadero.

Me gusta ser un testigo
de las cosas campechanas,
y a caminar voy con ganas
montao en mi pingo amigo.
Entonces siento el abrigo
de que’l campo me rodea,
y despriendo la manea
que traba mi pensamiento;
voy silbando con el viento
mientras mi flete tranquea.

Es mi gusto el apreciar
lo que a mi costao ocurre,
y mi vista no se aburre,
tuito me gusta mirar:
ver el vacaje pastar
tranquilo junto a un arroyo,
el saludo de algún crioyo
que anda por otro potrero,
o el trabajo de un hornero
sacando barro de un hoyo.

Me gusta si están versiando
entreverar mi decir,
y las tabas sacudir
despacito, malambiando.
Me gusta de vez en cuando
ya yegada la ocasión,
priendérsele a un “pericón”,
un “triunfo”, una “hueya”, un “gato”…
Lindo es matiar largo rato
en derredor del fogón.

Y también en un fogón
me gusta el oír contar,
algún relato sin par
por un crioyo ya viejón.
Y aura, va mi saludón
en ésta, mi crioya mano,
que ya me reclama “el ruano”
relinchando en la tranquera,
les digo: “Hasta que Dios quiera,
con su licencia, paisanos”.

                                 (15/05/1970)

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