Hace cinco años, “mi
negra”,
pialamos los
corazones,
y el baruyo’e dos
pichones
a nuestro nido hoy
alegra;
ese buyicio reintegra
lo que’l cansancio nos
quita,
yo ensiyo y de
mañanita
ya me largo a
trajinar,
y vos hacés en tu
andar
lo que’l rancho
necesita.
Amasás el pan casero;
le echás máiz a las
gayinas;
lavás en la vieja tina
la ropa con mucho
esmero,
prieparás un güen
puchero
pa’ la hora’e la
comida;
volcás agua en la
bebida,
a los chicos vigilás,
una lechera ordeñás
y hervís la leche enseguida.
Yo enfrento el trabajo
diario
saliendo de recorrida:
levantando una parida…
cueriando si es
necesario;
arreglando -anque
precario-
si se ha roto un
alambrao;
también curo un
abichao
y hasta si se ofrece
amanso,
¡porque’s pa’l crioyo
un descanso
el trabajar bien
montao!
Y esas tardes que a
las casa’
pego la güelta
temprano,
deseguida tengo a mano
la mazeta y la
mordaza,
porque un güen crioyo
reemplaza
las pilchas que’stán
bichocas,
y anque mis manos son
tiocas
pa’l trabajo delicao,
las sogas de mi recao
son guasas… ¡pero no
pocas!
Cuando estoy
entretenido
intentando una
costura,
remojo la cebadura
matiando como al
descuido;
la hija mayor hace
nido
cerca mío, en la
cocina,
demientras que con
harina,
con agua salada y
grasa,
unas tortas
frita’amasa
mi prienda, gentil y
fina.
Que hoy cinco… Mañana
diez…
Ansí se pasan los
años,
endemientras te
acompaño
y vos a mi, ya lo vez.
Pasará el tiempo y
dispués
crecidos, se irán los
hijos.
¿Pero… que diantres me
aflijo!
si hace cinco años
apenas
¡que a un amor hecho
cadena
nos hemos uncido fijo!
(25/07/1981)
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