El 9/07/1979, a los 58 años, y a raíz de un problema coronario, falleció mi padre.
Ese día, en la platense localidad de Tolosa, había un desfile con motivo de la fecha patria, y él iba a participar con la delegación de La Montonera de Ensenada. Como era día de semana (lunes), y para no tener que traer algún caballo del campo, iba a ensillar un gateado que ya había montado en junio, cuando se celebraron los 200 años de la fundación de Chascomús. Si mal no recuerdo, el pingo era de Pepe Ameghino. Lo cierto es que temprano en la mañana, llaman a la puerta de mi casa, y cuando salgo, me encuentro con "Coco" García (con quien hacía yunta en el desfile). ¿Y Romeo...? me dice; yo le respondo, "Falleció esta madrugada" (o algo así), y el paisano se quedó tieso y mirándome. Me saludó, arrancó la media vuelta para marcharse, y me vuelve a hablar: "Quedó un gatiao esperando..." me dijo. Era el título de un verso.
Terminado el desfile, la muchachada de La Montonera concurrió a la casa mortuoria, y se turnaron haciendo una "guardia paisana" en la sala velatoria.
21 años después, escribí estas décimas que ahora copio
Como en estos días se cumplen 41 años de aquel suceso, me ha parecido oportuno publicar el verso, que forma parte del libro "Charamuscas"
Bajo del tala un gatiao
quedó esperando lo ensiyen
pa’ que’n él las pilchas briyen
defilando en el poblao…
porque su patrón, cansao,
se durmió en un ridepente,
despejada, alta la frente,
tranquilo y también seguro
que pa’ un viaje sin apuro
arrancaba lentamente.
Acá quedaban sus cosas,
su pilchaje, sus enseres,
su decir, sus pareceres
…y sus curas milagrosas;
(gusaneras pegajosas
cáiban como por encanto
después de nombrar un santo
murmurando una oración;
creer o no creer es cuestión
pero lo vi, y no me’spanto).
Anda un verso que se cuela
por la tardecita quieta
junto a un tún-tún de mazeta
en soba de antigua escuela;
¡si un gruñido centinela
parece que da “El Pucheto”
que’n un potrero ‘secreto’
trota y relincha algún pingo
y se me hace lo distingo
al “Yamador”, muy inquieto!
Donde ha vivido el paisano
parece que persistiera
su presencia, y se sintiera
su tranco en el patio yano;
parece que anda su mano
con un puñao de carqueja,
que’ra su costumbre añeja
echarle al agua’e la pava
siempre, algún yuyo que hayaba
con virtú, su cencia vieja.
Muchos años han pasao
de lo que al principio dije
y hoy esa ausencia me’sije
la evocación de un versiao.
Si alguna deuda ha quedao
y es tarja en el cuerpo mío
por esta güeya, confío,
qu’he de saldarla algún día
mientras “esa” estreya es guía
y alumbra el rumbo que ansío.
“Quedó esperando un gatiao…”
Un 9 de Julio, jué,
lo dijo “Coco”, y bien sé
que se quedó ensemismao;
y anque los año’han pasao
uno a uno y sin alarde,
un ricuerdo sin emparde
éste, mi verso, desata:
aquel crioyo era mi tata
y en mi pecho es brasa que arde.
Versos de Carlos Raúl Risso