Pegó el pingo una escarciada
sacándomé
del sosiego
en
que cái tras el reniego
ayá
en la “Esquina de Andrada”.
¿Diánde,
mi boca cayada
s’iba
a quedar si hubo ofensa?
¿Cómo
ráirse de’sas trenza’
alazana
hasta el detaye?
¿Cómo
pensar en que caye
si
a la puya sentí intensa?
“¡Se te regala
la Augusta!”
dijo
riyéndosé Pablo
-muchachón
ingréido y diablo
con
un alfajor que asusta-;
le
avise “Eso no me gusta,
-mirándoló
firme y serio-
no soy hombre de
misterios
ni andar
buscando camorra.
T’he de sacudir
la porra
pa’ no enviarte
al cementerio”.
Al
pronto, engüelta en la lonja
tuve’l
rebenque en la mano
mientras
que’l otro paisano
desenvainó
con lisonja,
se
agrandaba como esponja
creyéndome
desarmao
y
enceguecido y taimao
mi
tiró abajo y a fondo,
pero
abriéndome en redondo
lo
dejaba desairao.
Jué
pa’ pior… se’ncrespó más,
resoplando
y altanero
tiró
un hachazo al sombrero
que’vité
en un paso atrás.
Me
dije “éste cachafaz
se pondrá cada
vez pior,
buscá el remedio
mejor
pa’ pegarle un
sosegate,
no es necesario
lo mate
p’hacer sentir
el rigor”.
Pensé,
lo hago dir al mazo,
cuando
al cargarme a lo toro
quebré’l
cuerpo con decoro
pa’
escabuyirme a un puntazo,
y
al quedar tendido el brazo
su
cara… se hizo una mueca
cuando
seco, en la muñeca
golpió
el cabo del rebenque,
y
al sentir la mano enclenque
soltó
el fierro… y se defleca.
Ya
con el brazo templao
un
talerazo en la porra
como
nido de cotorra
dejó
el pelo alborotao.
Pa’l
mostrador sin cuidao
me
arrimé a buscar mi copa
medio
me alisé la ropa
y
de un trago la tomé.
¿Ráirse
de la Augusta…, y qué?
sabe aura que caldo es sopa!
(12/09/2019)
No hay comentarios:
Publicar un comentario